Dios no nos ha dado un espíritu de temor…

A las mamás nos encanta pensar a futuro. Nos encanta imaginarnos futuras escenas en la vida de nuestros hijos que aún no han sucedido y nos gusta estresarnos gracias a esas escenas que aún no han sucedido. Una de ellas es la generación en la que mi hijo crecerá. Muchos valores han sido corrompidos y muchos roles en casa han sido distorsionados que será algo que mi hijo verá a diario como si fuera algo común. A veces quisiera encerrarlo en casa y jamás compartirlo con el mundo porque me inunda un temor de los escenarios que me imagino cuando sea un adolescente y tenga que defender sus convicciones. Y esos escenarios en mi mente, no terminan favorablemente porque este mundo a veces es muy cruel e injusto. Sin embargo, como dice 2 de Timoteo Dios nos ha mandado a no tener miedo, a no temer estás futuras situaciones. Él nos dará valor y la sabiduría necesaria para cuando lleguen estas situaciones. Así como llegaba el maná cuando no había nada de comer, así llegarán las herramientas correctas para cuando enfrentemos estos escenarios justo en el preciso momento. A veces le tememos al mundo porque sabemos que nosotras mismas no podemos contra él, y olvidamos que Jesús ya peleó esa batalla y la ganó. Vivimos atemorizadas de este mundo y tenemos a nuestros hijos encerrados en una burbuja pero Dios quiere que vivamos una vida plena sin temor al mundo. Nuestros hijos serán la luz de este mundo, luz que este mundo necesita ver, pero jamás la conocerán si tenemos miedo y vivimos encerrando y escondiendo esa luz.

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